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Juan Estévez ganó el Premio Nacional de Literatura  de Uruguay en 2016. El título de la obra, Entusiasmo sublime, despertó en mí una curiosidad tremenda, ya que es una frase del himno uruguayo que siempre me conmovió. Buscando más sobre el autor descubrí que era su primera novela y me empeciné en leerla. La expectativa fue grande, debido a que tuve que esperar varios meses a que viniera en la valija de alguien de Uruguay. Afortunadamente, Maida, supo saciar mi inquietud y en forma de regalo me la entregó en Barcelona. Como tenía unas cuantas lecturas pendientes se postergó unos meses, pero hace unos días en un viaje a Gran Canaria me acompañó desde el abrochar del cinturón hasta el aterrizaje. Me acompañó entre mates y familia. Me acompañó en el regreso a casa y a mis responsabilidades. Me acompañó para quedarse y ganar un lugar en mi biblioteca.

 

La novela se desarrolla a mediados de los 70 en plena dictadura cívica militar uruguaya. El hilo conductor de la trama es Iván, hijo de una prostituta, hijo de la miseria de un país que tenía dos bandos. El personaje central no solo tontea con los anarquistas, sino que además se alista en el ejército y nos enseña de una manera muy cruda lo que pasaba fuera de Montevideo. La prosa del autor es tan persuasiva que logra transportar al lector a esa época gris. Digo gris porque me dejó entre lo blanco y lo negro. Quizás la mayor virtud de Juan Estévez es haber escrito una novela sin entrar en el enfoque de ninguna ideología y a la vez enseñarnos que existió otro bando que tuvo que sobrevivir al olvido de autoridades que miraban su ombligo.

 

Más allá de que esté ambientada en una época jodida, tiene dosis de humor que hacen reír a unos personajes que la están pasando canutas. Personajes del extrarradio que deambulan entre cuarteles, prostitutas y las órdenes de sus superiores. Hay bandas míticas de rocanrol que le dan música en inglés a una derrota por falta de diálogo. Y sí, también tiene fútbol del interior. Claro, el fútbol del pueblo. Pero también tiene a los que jugaron y se divirtieron torturando el interior de un pueblo que continúa hablando de fútbol.

 

El creador de Iván tardó siete años en terminar el libro y lo escribió encima de la motocicleta. Juan Estévez es un motero que no le gustan que lo llamen escritor porque es periodista. A su chaqueta de cuero la paseó por todo Uruguay y por otros rincones de Sudamérica. Las letras de Entusiasmo sublime son el grito de los que buscaban libertad, pero se pudrieron con el silencio.

                                                                        

 

                                                                                                                                                                                   Maximiliano Rodríguez Vecino

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